Este es el artículo más personal que he escrito
hasta el momento para mi blog MI ESPACIO INTERIOR, pero tiene especial sentido
justo en este momento. De alguna manera servirá de cierre, de broche final,
para una etapa en este medio que hace más de un año decidí crear para expresar
y compartir ideas, reflexiones y sentimientos en torno a lo que nos une como personas en nuestro particular y
único proceso de crecimiento personal y profesional.
Siento que se ha iniciado una nueva etapa en mi vida
y , a partir de ahora, el objetivo de mi blog se verá modificado, pero de eso
iré informando más adelante.
Con este final además deseo también expresar y
contar el “otro lado”, lo que raras veces se escucha en los medios sociales, charlas
y ponencias dónde se habla mucho de este concepto, técnica o profesión pero siempre desde la visión del que la ejerce, pocas veces desde él o la que lo recibe (el
pupilo o coachee). Quizá sea útil para alguien que pueda encontrarse en un
momento vital como el que yo viví hace ya casi un año.
Hoy hablaré de mí, y de esa experiencia que me ha transformado por
dentro, pues me ha permitido escuchar mi voz interior en voz alta, sin ser
juzgada en ningún momento, sintiéndome acompañada, respetada, aceptada y, al final
y más importante, guiada con rigor profesional.
El proceso de coaching ejecutivo es un viaje en
busca de respuestas que no encuentras en tu entorno, responde a una necesidad íntima y personal de
avanzar, de encontrar el foco o como yo lo llamo de “volver a tu centro” para
encontrar el sentido y la coherencia en
tu experiencia vital. Entonces, lo proyectas en tu mente, lo imaginas,
lo deseas y lo buscas… y cuando lo buscas, un día, lo encuentras, o nos “encontramos”
… y a partir de ahí, se genera una base de confianza que es la que te permite
“iniciar la aventura” sabiendo que alguien estará sentado en el asiento de
atrás, o a tu lado, o en frente como un espejo que reflejará aquello que proyectas,
haciendo las preguntas oportunas, invitándote a reflexionar y a encontrar tus propias respuesta…
completamente segura de que no viajarás sola, de que tienes un buen guía experto a tu lado y de que podrás explorar “territorios” que antes ni
te atrevías a pisar.
Mi viaje a través del coaching ejecutivo ha sido intenso y profundo, y ha tenido
parada forzosa en tres estaciones: la LUZ que me permitió empezar a ver caminos, la FUERZA que me impulsó a recorrerlos, y la FELICIDAD que
supone soltar amarras, dejar atrás el miedo y tomar decisiones con la mente y el corazón en perfecta armonía.
El resultado es aquí y ahora, la transformación de
sueños en proyectos, un impulso claro a evolucionar personal y
profesionalmente.
El viaje no
termina, aunque en un momento determinado entiendes y aceptas que puedes y
debes seguir tu camino, no en solitario, sino reencontrándote y encontrando esos nuevos
compañeros de viaje que se sumen a tu proyecto y que disfruten compartiendo
experiencias contigo. Y esa estación de despedida, donde el coach se marcha sin
hacer apenas ruido, se convierte en una
estación de reencuentro contigo misma, y ahora fortalecida y segura de ti
continuas con paso firme un viaje de no retorno.
PD.- Mi
infinito agradecimiento a ese magnífico
profesional y gran persona que es quien fue mi coach: PACO CARRERAS.