DECIR “LO SIENTO” NO ES SUFICIENTE
Todos
cometemos errores, a menudo, a diario,
es normal, no somos perfectos y en nuestro día a día a veces advertimos
y otras no, que hacemos o decimos cosas
que acaban teniendo una consecuencia negativa para el otro. Lo cierto es que la
mayoría de las veces no existe intencionalidad de agredir, molestar, o
perjudicar a nadie. Afortunadamente en la mayoría de los casos es más bien al
contrario, nos sentimos mal cuando pensamos que le hemos “fallado” a alguien,
no hemos estado a la altura de la circunstancias, o un error nuestro ha
provocado una situación incómoda para otro.
Creo
que lo expuesto más arriba es válido tanto para asuntos que podríamos llamar
“intrascendentes” como aquéllos con consecuencias más graves. Para los más graves todos tenemos claro que habrá
unas consecuencias más allá de decir lo siento aunque no haya habido
intencionalidad de dañar (imaginemos el típico caso de golpear a alguien con el
coche, si somos los culpables además de disculparnos rellenaremos un parte para
que nuestro seguro se haga cargo de la reparación y así enmendar el perjucio).
Cuando hablamos de cuestiones, a priori, más triviales podemos incurrir en el
error de pensar que con disculparnos es suficiente. Yo creo que no, creo que
siempre es posible tratar de “resarcir” al otro de algún modo, y así, por un
lado compensar al otro por nuestro error
y, por otro, asumir nuestra responsabilidad, independientemente de que
no haya intencionalidad de dañar. Eso no nos exime de responsabilidad nunca.
Considero
que es una práctica que debemos asumir en nuestro comportamiento cotidiano, ya
sea en la esfera personal o profesional. Os pongo un ejemplo que me contó ayer
una persona y que ilustra a la perfección
esta idea:
“Voy
a una lugar de comida rápida y hago mi pedido por una máquina que traslada
directamente el pedido a los empleados. Sirven a mis dos acompañantes, a los 10
minutos reclamo mi comida, me dicen que la traen en un par de minutos, 10
minutos después sigo esperando… cuando vuelvo a reclamar la encargada del turno
me pide disculpas, asume que se ha perdido el pedido, me lo sirven en seguida y
ME DAN TRES VALES DE MENÚ GRATUITO PARA COMER CUANDO QUIERA…” Añadió mi interlocutora de ayer “Al final me fui contenta…”
Creo
que está claro, nadie tenía intención de no servir a mi amiga, pero después del
error, vino la disculpa y la compensación por el fallo. El resultado fue
satisfactorio. Así debería ser siempre.
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