martes, 8 de mayo de 2012


La empleabilidad: el camino de la  estabilidad

A menudo en los procesos de selección observo que la mayor parte de los candidatos tiene entre sus mayores motivaciones para el puesto de trabajo que  éste sea un puesto “estable”. El deseo me parece lógico, las personas buscamos que ciertas necesidades queden cubiertas y garantizadas en el tiempo, eso nos da seguridad,  y por tanto, entendiendo que el puesto de trabajo es un medio que nos permite garantizarnos la supervivencia en términos económicos, me parece totalmente natural que las personas pidan a un empleo que se prolongue  en el tiempo.

Sin embargo, observo una distorsión en torno a este aspecto buscado en el trabajo. De alguna manera, queremos que esa cualidad de estabilidad sea una característica intrínseca del puesto, un atributo que va con el mismo y que es, a priori, ajeno a la persona y patrimonio, por tanto, del empresario o empresaria que va a contratarme.

Nada más lejos de la realidad. En nuestros días ninguna empresa puede garantizar eso, pues la propia dinámica del actual mercado laboral y de las tendencias de nuestra sociedad someten a las empresas a un continuo cambio y evolución y  a una rapidez tal que esa necesidad de personal de hoy, mañana puede tornarse en otra totalmente diferente. Incluso es posible que sea la propia empresa la que sea distinta  en su conjunto, o en el peor de los casos, que deje de existir.

¿Quiere eso decir que nada podemos hacer entonces para conseguir ese anhelado deseo? No, muy al contrario, la capacidad de conseguirlo depende de uno mismo. Se trata de enfocarnos hacia el concepto de  empleabilidad.  La empleabilidad es  la  cualidad que nos permite estar en posesión de las habilidades, los conocimientos y las capacidades que demanda el mercado laboral en cada momento, dentro de nuestra especialidad o área profesional.

Es también algo más, es ser generadores de nuestro propio proyecto profesional, estemos vinculados o no a una empresa, es  apostar por la formación continua, es preocuparse por crecer y evolucionar como ser humano, es mantener encendida la llama de la curiosidad, es hacer networking, es trabajar y desarrollar nuestra propia marca personal, única e intransferible, al margen de la imagen corporativa a la que estemos unidos en un momento dado.

Todo ello no nos garantiza que una empresa nos  contrate para los próximos 20 años, pero sí  estaremos más preparados para que nos lleguen proyectos en los que podamos aportar nuestra experiencia, generar nuevas y que otras  puertas  se abran, cuando la anterior se cerró, encontrando una forma de vivir “estable” en cada uno de los momentos.