La
empleabilidad: el camino de la estabilidad
A menudo en
los procesos de selección observo que la mayor parte de los candidatos tiene
entre sus mayores motivaciones para el puesto de trabajo que éste sea un
puesto “estable”. El deseo me parece lógico, las personas buscamos que ciertas
necesidades queden cubiertas y garantizadas en el tiempo, eso nos da
seguridad, y por tanto, entendiendo que el puesto de trabajo es un medio
que nos permite garantizarnos la supervivencia en términos económicos, me
parece totalmente natural que las personas pidan a un empleo que se prolongue en el tiempo.
Sin embargo,
observo una distorsión en torno a este aspecto buscado en el trabajo. De alguna
manera, queremos que esa cualidad de estabilidad sea una característica
intrínseca del puesto, un atributo que va con el mismo y que es, a priori,
ajeno a la persona y patrimonio, por tanto, del empresario o empresaria que va
a contratarme.
Nada más lejos
de la realidad. En nuestros días ninguna empresa puede garantizar eso, pues la
propia dinámica del actual mercado laboral y de las tendencias de nuestra
sociedad someten a las empresas a un continuo cambio y evolución y a una
rapidez tal que esa necesidad de personal de hoy, mañana puede tornarse en otra
totalmente diferente. Incluso es posible que sea la propia empresa la que sea
distinta en su conjunto, o en el peor de
los casos, que deje de existir.
¿Quiere eso
decir que nada podemos hacer entonces para conseguir ese anhelado deseo? No,
muy al contrario, la capacidad de conseguirlo depende de uno mismo. Se trata de
enfocarnos hacia el concepto de empleabilidad. La empleabilidad es la cualidad que nos permite estar en
posesión de las habilidades, los conocimientos y las capacidades que demanda el
mercado laboral en cada momento, dentro de nuestra especialidad o área
profesional.
Es también
algo más, es ser generadores de nuestro propio proyecto profesional, estemos
vinculados o no a una empresa, es apostar por la formación continua, es
preocuparse por crecer y evolucionar como ser humano, es mantener encendida la
llama de la curiosidad, es hacer networking, es trabajar y desarrollar nuestra
propia marca personal, única e intransferible, al margen de la imagen
corporativa a la que estemos unidos en un momento dado.
Todo ello no
nos garantiza que una empresa nos contrate para los próximos 20 años,
pero sí estaremos más preparados para que nos lleguen proyectos en los
que podamos aportar nuestra experiencia, generar nuevas y que otras puertas se abran, cuando la anterior se cerró,
encontrando una forma de vivir “estable” en cada uno de los momentos.