jueves, 19 de julio de 2012


TAMBIÉN LA SUERTE

¿Qué es la suerte? En torno a este concepto se ha escrito mucho, es un término habitual en nuestro vocabulario. Para algunos no existe, otros la persiguen, otros la ignoran, e incluso, algunos la estudian, intentando adivinar cómo ganarle la partida  a  una idea tan escurridiza.

Cuando yo hablo de suerte, hablo de algo parecido al AZAR,  a las infinitas combinaciones que el universo puedo adoptar para que un hecho (aparentemente?) fortuito trastoque tus planes: para bien o para mal. Yo no creo en el  destino, no creo que nuestra vida esté escrita en ninguna parte, más bien, creo que nuestra misión en esta vida es escribir un guión original, que no admite imitaciones, ni puede reescribirse. El guión no tiene flashbacks como los de las películas, no hay posibilidad de volver atrás.

En el guión que vamos escribiendo hay muchos escenarios, coprotagonistas, personajes secundarios, otros que casi pasan desapercibidos… tenemos responsabilidad y libertad de dotar de contenido nuestra historia, dirigirla por unos caminos y abandonar otros, en definitiva, la trama central del guión nos corresponde a nosotros imponiendo orden y límites al azar, a las infinitas combinaciones en las que la realidad se materializa. Pero nuestro margen de maniobra es limitado, de repente, la trama da un giro inesperado, aparece ese otro personaje desconocido y  un hecho fortuito lo cambia todo… para bien o para mal. No dependía de nosotros, no tenía que estar ahí para enseñarnos nada, no todo ocurre porque ya estaba escrito…

Afortunadamente no somos responsables de todos los acontecimientos que vivimos, y  por el contrario, afortunadamente también  gozamos de un margen de maniobra, de cosas que podemos elegir y no elegir. Podemos escribir la trama central de nuestra historia, y un día  tropezarnos con la SUERTE, con la buena SUERTE o con la MALA suerte… y de nada de eso somos responsables ni estamos a salvo. Es el puro AZAR o el misterio de la vida.

jueves, 5 de julio de 2012


POR  MÍ Y POR TODOS MIS COMPAÑEROS

Quien de pequeño no ha dicho esta  frase como expresión del triunfo en el  juego de la “pilla”. Es a través del  juego como empezamos a conocer roles, principios y normas que rigen la convivencia con otros, y sobre todo, nos enseña a  desenvolvernos en grupos y a formar equipos con diferentes roles, con sus reglas, con su estructura… Se trata de un  aprendizaje natural, básico y afortunadamente divertido.

Este recuerdo y posterior reflexión  ha venido a mi cabeza por la importancia que tiene el trabajo en equipo en las empresas, y por la similitud que encuentro entre la situación descrita más arriba y lo ocurre en los grupos de trabajo dentro de las organizaciones.

En la “pilla”  existen al menos  dos reglas básicas para todos los participantes. Una es que si pierdes te toca contar a ti y encontrar a los demás y pillarlos, y otra que si logras llegar a la zona de salvación (llamémosle meta) no solo te salvas tú sino que tienes la oportunidad de salvar al resto de compañeros.

En definitiva, se trata por un lado de aceptar las normas básicas para poder jugar (a veces se gana, a veces se pierde)   y por otro que el triunfo propio da lugar a un triunfo grupal, de todos como equipo.

En la empresa ocurre básicamente lo mismo, o debería ocurrir si de verdad consideramos que somos un equipo y que trabajamos como tal. Además de metas comunes, objetivos compartidos, espacio físico, medios de la empresa… y todo aquello que proporciona sentido de pertenencia e identifica a un grupo de personas… deberían darse estas dos reglas básicas, del mismo modo que  en el juego.

Como miembros de un equipo debemos aceptar las reglas “del juego”, aquél que no las acepta o las transgrede no puede pertenecer al mismo y seguir jugando. En el caso de la empresa, esa primera regla básica debería basarse en el RESPETO a todos y cada uno de los miembros del equipo. Y la otra sin duda, interiorizar que el éxito personal es un éxito para todo el equipo y  poder decir cómo en  el juego de la pilla  que  lo que consigo  todos los días es “por mi y por todos mis compañeros”.